siempre quise saber por qué tu dirección solía converger con la mía.
ese día me invitaste a tu cumpleaños.
yo de inmediato supe que no quería estar ahí.
me parecía divertido que pudiéramos coincidir
solo a costa de esas malas decisiones
que nos hacían tropezar
insistente y dócil
como la palpitación de un catatónico
o un muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario